Con directrices de distanciamiento social y medidas tan drásticas como el confinamiento, la economía global y el consumo de un país han quedado totalmente paralizados a expensas de la evolución del virus. Frente a una demanda reducida a números mínimos, la industria manufacturera y de servicios debe reacondicionar sus recursos a la nueva realidad para poder sobrevivir durante una etapa de parálisis absoluta.
Se auguran los peores resultados macroeconómicos según las previsiones del Banco de España, con un retroceso de la tasa de paro hasta el 23% y una caída del producto interior bruto de entre 9% y 15%. Con estas previsiones, es evidente que la industria deberá hacer un cambio radical para atraer, cuanto más mejor, a un mercado cada vez más atomizado y con una creciente customización en masa.
Esta nueva realidad a la que deberemos adaptarnos acentuará la necesidad de enfoque a cliente y entrega de valor añadido de manera obsesiva. La era de la customización, que deja de lado los tiempos de producción en masa y revolución industrial, exigirá reflexionar sobre los modelos productivos, forzando a definir estrategias para flexibilizar el tejido industrial y dificultará la gestión de la cadena global de suministro, disparando los costes, los stocks y reduciendo el servicio, si no se toman medidas drásticas.
De la producción en masa a la customización en masa
En los años 90 en la que la industria presumía de una era de bonanza y crecimiento económicos, la ventaja competitiva se lograba a través de la máxima productividad. Este hecho desencadenó una fuga de industrias y fábricas a Asia con el fin de lograr reducir sus costes operativos y seguir siendo competitivos en el mercado que jugaban.
Hoy en día, sin embargo, la innovación continua y la entrega de valor al cliente son las estrategias que suponen marcar la diferencia entre liderar o no, el mercado en el que se compite.
Este cambio de tendencia, marcada, entre otros, por la globalización y la existencia de grandes actores en el mercado, pone de manifiesto que cada vez es mas necesario centrarse en estrategias de flexibilidad industrial, capaces de entregar al mercado 1 unidad de producto, si es que el cliente lo requiere, evitando acumulación de stocks a lo largo de la cadena de suministro que incrementen los costes y reduzcan el margen.
Esta situación forzará a las empresas a realizar profundas reflexiones sobre sus estrategias y replantearse si el modelo operativo con el que estaban jugando seguirá siendo vigente en un futuro que cada día es más presente.
Bajo nuestro punto de vista, la nueva realidad industrial, deberá asumir cambios organizativos y de sistema, con diversos pilares de desarrollo:
- Integrar en la organización sistemas de Excelencia Operacional con lo que poder flexibilizar al máximo los procesos productivos, entregando el mínimo tamaño de lote requerido por el cliente. El enfoque Just in Time, cada vez toma más relevancia en la era post COVID.
- Enfoque al cliente e incremento de su grado de satisfacción en base al análisis continuo del ‘viaje’ que hace este a través de nuestros procesos de tal modo que la entrega de valor no sucede solamente con el producto sino también, con la experiencia.
- Desarrollar y desplegar una estrategia de digitalización industrial que permita a la organización tomar decisiones a tiempo real. La industria 4.0 y las tecnologías digitales, están favoreciendo la conectividad y coordinación de los stakeholders que deben emplearse para alinear actores de la cadena de suministro y emplearlas para gestionar, desde una perspectiva holística, la cadena de suministro.
- Agilizar y simplificar el proceso de innovación y desarrollo de nuevos productos que ayude a la organización ser el primero en posicionarse con un nuevo segmento de mercado. El enfoque constante a cliente pasa a tomar relevancia en un mundo globalizado y cambiante donde la existencia de nuevos productos o tecnológicas cambia las reglas del juego continuamente.
Un futuro incierto
Las previsiones son inciertas y los números se ajustan a medida que avanza el tiempo, pero los números de la recuperación económica apuntan a mediados 2021 e inicios de 2022, hecho que supondrá una ventaja para aquellas empresas que dispongan de sanidad financiera, con mayor capacidad para soportar cargas y pensar en estrategias de crecimiento, frente a las que, por el contrario, tengan lastre económico en sus cuentas que les impidan pensar en crecer y deban ingeniar estrategias de sostenibilidad y recuperación a medio plazo.
Haber llegado al inicio de todo el confinamiento con unas finanzas saneadas, permitirá establecer mecanismos y planes de acción que acentúen la diferencia y potencien la ventaja competitiva entre los actores del mercado.
Estos próximos 3 años, a pesar de existir una incertidumbre, es una oportunidad para aquellos que han sabido gestionar sin endeudarse excesivamente los últimos años, permitiendo en estos momentos la posibilidad de distanciarse del resto de players y buscar posiciones de liderazgo en el mercado.